Parque Nacional de Ranomafana Madagascar: Guía del parque, rutas y qué ver allí

En esta etapa de nuestro viaje por Madagascar vamos a recorrer el Parque Nacional de Ranomafana, un parque que nació en 1971 cuando la primatóloga Patricia Wright encontró un gran lémur de bambú al que ya se consideraba extinto. No solo encontró a éste, sino que además, también descubrió una nueva especie el “Golden Bambu Lemur”.

Ya ves que seguimos en modo «jóvenes castores» pero esta vez la ruta que nos esperaba no era fácil, sudamos tinta para encontrar los lémures, pero además en nuestro recorrido por el Parque de Ranomafana vimos muchas más cosas, que luego te contaré.

A Ranomafana llegamos de noche, algo nada conveniente, porque es peligroso conducir por las carreteras malgaches en cuanto se pone el sol. Llegamos tarde porque hicimos un montón de paradas en el camino, paradas que reconozco nos vinieron de perlas puesto que así el trayecto no se nos hizo tan largo.

Ese día nuestro viaje comenzó en Antsirabe donde habíamos pasado la noche. Tras desayunar, pusimos rumbo sur. Como en otras ocasiones no había muchos kilómetros, pero las carreteras de Madagascar son como son, así que nos resignamos a sabiendas que por delante nos esperaban varias horas de carretera.

La primera parada en nuestra ruta hacia Ranomafana la hicimos en Ambositra, un centro de artesanos de madera donde pudimos saciar nuestras ansias consumistas. Hasta ese día y ya llevábamos una semana en Madagascar, no habíamos encontrado ningún lugar para comprar souvenirs. Pero, además de souvenirs, esta ruta transcurría por paisajes pintorescos, valles salpicados de pueblecitos con una arquitectura peculiar que hasta ahora no habíamos visto y verdes campos de arroz, por lo que hicimos varias paradas tanto para contemplar el paisaje, como para echar unas cuantas fotos.

Hoy en el blog te cuento tanto las paradas interesantes que hicimos en este trayecto, como todos los datos que necesitas saber para explorar el Parque Nacional de Ranomafana, Madagascar.

Ambositra

Nuestra ruta atravesaba las tierras altas de Madagascar, a 1.350 metros de altitud se encuentra Ambositra un pueblo conocido por sus artesanos y artesanías de madera.

El antiguo centro de la ciudad tiene edificios de estilo colonial con coloridas fachadas. Nada más bajarnos del coche nos llamó la atención el trasiego de pousse-pousse. Aquí como en otras ciudades del centro de Madagascar, ya te hablé de ellos en la entrada sobre Antsirabe, la forma más común de desplazarse por la ciudad es en pousse-pousse, un “ricksaw de tracción humana” que se introdujo durante el periodo colonial.

Ambositra es una parada perfecta para buscadores de souvenirs y artesanía. Nosotros estábamos deseando poder comprar algo y como nos encanta rebuscar y encontrar tesoros en las tiendas, decidimos saltarnos la comida para así tener más tiempo y explorar todos los puestos de artesanía que había en el centro de la ciudad.

Eso sí, antes del momento «shopalcoholic» quisimos ver cómo trabajaban los artesanos, así que lo primero que hicimos fue ir a uno de los talleres artesanales de Ambositra. Después nos dedicamos a ir de tienda en tienda en busca de alguna pieza chula que traernos a Madrid.

Tras las compras, teníamos hambre, pero no queríamos ir a un restaurante porque se nos había hecho muy tarde así que, compramos unas baguettes, el pan en Madagascar está muy rico, se introdujo en la época colonial por los franceses, lo rellenamos con queso, unas latas de atún y de postre tomamos unas frutas deliciosas, listo, comimos sobre la marcha y pusimos rumbo a Ranomafana.

En el camino hay muchos poblados construidos de forma tradicional, «poblados Zafimaniry«, formados por casas altas hechas con ladrillos que se elaboran de forma artesanal, sus balcones siempre están orientados hacia el oeste. Los balcones tienen esta orientación para que los agricultores puedan sentarse tras su jornada laboral a ver los últimos rayos de sol y de paso así calientan las casas. Las ventanas aquí no tienen cristales, se cierran con contraventanas de madera.

También hicimos otra parada en unos hornos que utilizan para cocer ladrillos. Esta zona está llena de arrozales, cuando la tierra está en barbecho se aprovecha el barro para confeccionar artesanalmente ladrillos. Estos se secan al sol, se apilan y después se meten en los hornos que estaban situados al lado de la carretera. Las niñas subían incansablemente desde el valle hasta el horno con pilas de ladrillos en sus cabezas, pese a la dureza del trabajo no se les borró la sonrisa de su cara.

Madagascar está muy deforestada, las talas, los desbroces y las quemas para hacer nuevos campos de arroz, son el pan de cada día. El paisaje desollado es de un rojo intenso y de ahí viene su sobrenombre de “la isla roja”. Lo curioso es como cambian los paisajes de un minuto a otro, pasas de ver campos de arroz a estar rodeado por la espesa vegetación de la selva.

La zona de Ranomafana es montañosa y los lugareños a falta de dinero para comprar una moto o un coche, utilizan para desplazarse más rápidamente unos “locos cacharros”. Los vehículos improvisados consisten en unas planchas de madera construidas a base de tablones unidos por clavos a los que ponen unos ruedines que dirigen con un volante hecho a base de madera y cuerdas.

Bajaban las montañas a toda velocidad, una locura porque se juegan la vida entre los coches y camiones que van por esa carretera de doble sentido. Puedes verlo más adelante en el video que he hecho de esta etapa del viaje.

Como se llega al Parque Nacional de Ranomafana

Como te decía antes, el paisaje de Madagascar sorprende por lo cambiante que es. Faltaban pocos kilómetros para llegar a Ranomafana giramos una curva y de repente nos vimos inmersos en una carretera que atravesaba la espesa selva.

Ranomafana significa algo así como «agua caliente». Se le bautizó con ese nombre porque en su subsuelo hay aguas termales y cuando los franceses las descubrieron, como no, pusieron un balneario. La entrada del parque no tiene pérdida, está en la carretera RN 25. Si no tienes coche para llegar hasta aquí, salen «taxi brousse» desde Antananarivo, Finarantsoa y Manakara.

En Ranomafana nos alojamos en el Hotel Thermal, un hotel muy chulo de aspecto alpino, al poco de llegar vino al hotel “Joseph”, para nosotros Pepe. Él iba a ser al día siguiente nuestro guía por el Parque de Ranomafana. Como ya te he contado en otras entradas del blog sobre Madagascar siempre es obligatorio entrar en los Parques Nacionales de Madagascar con un guía oficial.

Estuvimos hablando con él para ver que ruta haríamos. La previsión del tiempo no estaba nada clara, había que cruzar los dedos porque en ese momento llovía a mares. Esta zona es una selva húmeda, así que con independencia de la época en la que vengas, ten en cuenta, que como dicen aquí, casi llueve los 365 días del año.

Cenamos en el hotel, los cangrejos de río y las gambas fueron el festín de mis amigos, después nos fuimos a dormir. Teníamos que levantarnos pronto ya que habíamos quedado con Pepe para iniciar nuestra ruta de senderismo por Ranomafana a las 7:00 de la mañana.

Parque Nacional de Ranomafana

El Parque Nacional de Ranomafana tiene unas 41.600 hectáreas divididas en tres zonas separadas por el río Namorona. Hay 5 rutas de diferente intensidad que van desde unas horas de caminata a varios días, incluso puedes dormir en la selva.

Te recomiendo que midas tus fuerzas y no te vengas muy arriba a la hora de escoger qué sendero vas a elegir, porque el parque es montañoso, la humedad muy alta y entre el calorazo y la orografía que no es fácil, puedes terminar reventad@.

Rutas Parque Nacional de Ranomafana

Ahora mismo en 2023 hay 5 rutas en el parque nacional de Ranomafana. Antes de ir es conveniente que consultes aquí en su web las rutas, porque cambian de nombre y pueden ampliarlas o modificarlas.

Como puedes comprobar los senderos varían de longitud y de intensidad. Van desde los 20 a los 4km. Los más cortos son los más fáciles y lógicamente son los que están más concurridos, así que en estos es donde te vas a encontrar a más turistas.

La ruta más corta por el Parque de Nacional de Ranomafana se llama “circuito Varibolomena” te puede llevar entre 4 y 6 horas completarlo. Encontrar lémures no es tarea fácil, por lo que tendrás que salir del sendero varias veces e internarte en la selva. En función de las paradas que hagas tardarás más o menos.

Otra ruta sencilla en el parque de Ranomafana es el “circuito Sahamale” tiene unos 10 km. Aquí además de lémures seguro que tienes la posibilidad de encontrar aves bien curiosas.

Si estás en forma y quieres pasar un par de días recorriendo la selva puedes hasta dormir aquí. En el Parque Nacional de Ranomafana hay tres rutas largas de unos 20 km: la ruta Soarano, la ruta Vohiparara y el circuito Varijatsy.

Aun cogiendo la ruta fácil del Parque Nacional de Ranomafama, nosotros pasamos seis horas sin parar de andar, ten en cuenta que comienzas en el centro de interpretación del parque que se encuentra a 1.000 metros de altitud y tendrás que subir bastante desnivel hasta llegar al mirador que está situado a 1.500 m.

También tienes la posibilidad de realizar un circuito nocturno para ver ranas y cientos de anfibios, insectos o incluso encontrar al «aya aya lémur» que solo está activo por la noche.

Qué tener en cuenta antes de ir al Parque Nacional de Ranomafana

Quiero que tengas en cuenta algunas cosas antes de hacer una ruta por esta selva:

Es necesario que lleves botas o zapatillas de montaña que agarren muy bien.

Lleva ropa cómoda, de algodón y no está de más si llevas en tu mochila un chubasquero.

Es muy importante que lleves brazos y piernas cubiertos, aunque te asfixies del calor. Aquí hay muchos insectos y no querrás terminar acribillado. Además, las sanguijuelas acechan en el suelo. Para evitar terminar siento pasto de estos indeseables bichos, tapa la piel de tus piernecitas subiendo los calcetines de forma que cierren los bajos de tus pantalones

Lleva protector solar, repelente de insectos, gafas de sol y al menos un litro de agua, la vas a necesitar.

¿Qué animales hay en el Parque Nacional Ranomafana?

El Parque Nacional de Ranomafana es el tercer parque más grande de Madagascar, como podrás imaginar su biodiversidad es increíble, acoge plantas y animales raros, endémicos de Madagascar, muchos en grave riesgo de extinción.

El catálogo de plantas y de animales que puede ver en el parque nacional de Ranomafana va desde 12 tipos de lémures diferentes, aquí los que interesa ver son los «bambu lémur» y los «golden bambu lemur» puesto que viven casi exclusivamente en Ranomafana. Mas de 100 tipos de aves, una colección excepcional de ranas y de otros anfibios, cientos de tipos de insectos incluido el escarabajo ciervo, gigantescas mariposas, mamíferos y una lista de plantas apabullante, incluyendo el bambú gigante que sirve de alimento a los lémures.

Nuestra experiencia recorriendo el Parque de Ranomafana

Comenzamos en el pequeño centro de interpretación del Parque, no es muy interesante, pero es aquí donde se pagan las entradas y la tasa del guía. Su horario es de 7:00 am a 14.00 pm, este es el horario 2013, consulta no obstante en su web porque puede cambiar.

Nosotros llegamos a primera hora de la mañana, es lo mejor, puesto que los lémures de bambú son diurnos y cuando están más activos es a primera hora de la mañana.

Además de Pepe vino con nosotros un ojeador llamado “Sanu”. Los ojeadores se adelantan para intentan buscar tanto las familias de lémures como a cualquier otro animal interesante. Comenzamos a caminar, la primera parte se realiza por un sendero marcado y pavimentado pero tras cruzar el puente que atraviesa el río Namorona comenzaba la aventura, nos internábamos en las profundidades de la selva del Parque Nacional de Ranomafana.

A medida que avanzábamos Pepe nos iba explicando las curiosidades y los usos de las plantas que nos encontrábamos en el camino, pasamos por inmensos bosques de un tipo de bambú que es endémico de Madagascar, crece a tantos metros de altura que termina combándose.

Anduvimos varios kilómetros por la jungla y nos costó bastante toparnos con la primera familia de «lémures bambú». Más tarde fuimos en busca de los «Golden lémur bambú», fue un auténtico palizón. En el camino tuvimos suerte de ver un nido de aves el paraíso que se alternaban en el cuidado de sus huevos.

Pero creo que más que soltar la chapa, es más fácil que veas el resumen de toda nuestra ruta en este video:

Cuando terminamos nuestro trekking ya era pasado el mediodía, después del esfuerzo estábamos hambrientos. Fuimos a comer a la terraza del restaurante del hotel Manj que está en la ciudad. Tras la comida regresamos al coche, pero antes de marcharnos del parque fuimos a otro lugar que tienes que ver en Ranomafama, la impresionante cascada Andriamamovoka, está al lado de la carretera, así que es muy fácil llegar. Aunque estábamos en época seca llevaba mucha agua, por lo que no quiero ni imaginar como será durante el periodo de lluvias.

Regresamos al coche para seguir por la RN7 rumbo sur. Nuestro recorrido por las tierras altas malgaches finalizaría en Sahambavy donde pasaríamos la noche rodeados por plantaciones de té.

Sahambavy

En malgache Sahambavy significa “campo de mujeres” aunque se podría haber llamado el «campo de las colinas de té». Está zona se encuentra a unos 1.200 metros de altitud y aquí no hay campos de arroz sino plantaciones de té negro. Cuando llegamos a Sahambavy hacía fresco y las nubes negras circulaban a toda velocidad sobre nuestras cabezas amenazándonos con una buena tormenta.

Nos alojamos en el Hotel du Lac en unas cabañas espectaculares con vistas al lago, tienen hasta una casa de árbol, para los que les guste dormir en las alturas o un antiguo vagón de tren habilitado como habitación, pero nosotros preferimos los palafitos situados en la orilla del lago.

Antes de acomodarnos queríamos dar una vuelta por la zona, así que nada más llegar dejamos nuestro equipaje y nos marchamos para explorar los alrededores de Sahambavy rodeado por frondosos campos de té.

A finales de los años 60 plantaron esquejes de té procedente de Kenia, para ver si prosperaban. Agarró bien, la altitud y la humedad hicieron el resto creciendo enloquecidamente, era un buen lugar para hacer una plantación. Con el tiempo se abrió una fábrica para procesar las hojas de té, ahora tiene una capacidad de producción de 100 kilos diarios, producción que mayoritariamente se exporta, aquí trabajan nada menos que unas doscientas personas.

Dejamos el coche junto a las vías del tren y nos adentramos por el sendero que subía hasta una colina rodeados por los arbustos de té. Allí contemplamos el atardecer de un sol que aparecía tímidamente entre los nubarrones negros. Y así en Sahambavy finalizamos esta etapa de nuestro viaje a Madagascar. Al día siguiente viajaríamos hasta la Reserva de Anja.

Feliz fin de semana 🙂