Las aldeas Toucouleur del norte de Senegal

Estaba atardeciendo cuando llegamos a una aldea Toucouleur. Confieso que una de las cosas que más me gusta cuando viajo por África es transitar por carreteras sin asfaltar, sufrir el traqueteo de las pistas polvorientas para salir de los caminos trillados y adentrarme en ese mundo completamente diferente de las aldeas africanas.

En esta etapa de nuestro viaje por Senegal dejamos atrás los majestuosos pelícanos del precioso parque Djoudj. Después de pasar el día en el parque, pusimos rumbo norte, siguiendo el margen izquierdo del río Senegal que sirve de frontera natural con Mauritania, en este lado del río se asientan varios poblados Toucouleur.

Si te gusta la aventura y puedes prescindir durante unos días de las comodidades occidentales, te recomiendo que vengas a esta zona del país para conocer el auténtico Senegal. Plantamos nuestras tiendas de campaña para compartir unos días con sus gentes y conoceremos de cerca este grupo étnico repleto de caras sonrientes.

Los Toucouleur

En Senegal como en casi todos los países africanos cohabitan numerosos grupos étnicos, uno de ellos son los Toucouleur, un subgrupo étnico que nació del mestizaje de Fulanis con Wolof y Serers.

Pese a su origen medio fulani se diferencian de estos en su estilo de vida. No son pastores nómadas como los fulani, sino que son agricultores. La mayor parte de poblados, como te dije antes, se encuentran asentados en el margen izquierdo del río Senegal, en una zona a la que llaman Fouta Toro. Pero no solo hay Toucouleurs en Senegal, si viajas a los países vecinos Mauritania o Mali, también encontrarás aldeas de esta etnia.

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Parece ser que en el s. XI los comerciantes árabes les islamizaron y fueron los Toucouleurs los que expandieron el islam por todo Senegal. Aun siendo musulmanes, los Toucouleur, siguen conservando sus creencias animistas y tanto los poderes sobrenaturales como la adivinación, están muy implantados en estos pueblos. No hay hombre o mujer que se precie que no lleve su “Tere” un amuleto protector.

Estaba anocheciendo cuando llegamos a la aldea, nos bajamos del coche, teníamos que pedir autorización para acampar en las afueras del pueblo. De inmediato nos rodearon todos los habitantes con sonrisas y gran curiosidad. Poco ocio hay por estas tierras así que en cuanto llega un occidental se convierte en el entretenimiento del pueblo, eso sí, aquí te darás cuenta de cómo es la hospitalidad senegalesa.

Antes de que se apagasen los últimos rayos de sol teníamos que montar todo el tingladillo para dormir, ya que aquí no hay luz eléctrica. Tras organizar nuestro mini campamento dimos una vuelta por el pueblo, acompañados de todos los niños que saltaban alrededor nuestros sin parar de reír. Las casas eran mayoritariamente de adobe y también las había de paja trenzada.  

Uno de los lugareños nos dijo que de haber sabido que íbamos a la aldea que nos hubieran preparado un “mechóui” o lo que es lo mismo, un cordero asado. No es un asado como el que puedas zamparte en Segovia, aquí lleva horas de cocción y tampoco se cocina en un horno. Tradicionalmente se excava un agujero en el suelo, donde se mete el cordero. Pero según nos dijeron más importante que el asado, es el adobo con el que se embadurna y marina la carne.

Nosotros teníamos nuestras latas de atún y sardinas para cenar en plan Carpanta. Las aderezamos con una caja de quesitos que habíamos comprado en un badulaque en Saint Louis y de postre teníamos varias frutas que nos habíamos agenciado en el puesto de un agricultor que encontramos en el camino.

Los Toucouleur tenían ganas de marcha. En cuanto terminamos de cenar sacaron los Djembes y comenzaron con la música y los bailes. Lo pasamos genial y pese a la imposibilidad de comunicarnos con muchos de ellos, está claro que si uno pone voluntad terminas por entenderte. Todavía recuerdo las risas que nos pudimos echar.

Nos despertamos en cuanto salieron los primeros rayos de sol. Las mujeres del poblado ya estaban machacando mijo, este es el principal alimento de los Toucouleur. Otras mujeres estaban lavando en el río Senegal y los niños desfilaban rumbo a la escuela.

Tras desayunar cogimos de nuevo el 4×4 y siguiendo una pista de tierra que va en paralelo al río Senegal viajamos hasta otra aldea en donde volvimos a recibir más muestras de la gran amabilidad que caracteriza al pueblo senegalés. Hay otra forma de explorar esta zona, en barco, remontando el río Senegal, haciendo paradas en las aldeas, pero nosotros en esta ocasión optamos por el traqueteo de las pistas de tierra.

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Richard Toll

Nuestro siguiente destino fue Richard Toll, conocida popularmente como “Folie du Baron Roger” un pequeño pueblo situado en la frontera con Mauritania que no tiene mucho que ver salvo una curiosidad.

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Hubo un tiempo en que la administración colonial francesa se estableció aquí, en Richard Toll y de aquella época queda un curioso edificio con varias plantas. Tiene pinta de castillo francés del s.XVIII. Ahora está abandonado y no luce en todo su esplendor, pero en su momento estuvo hasta decorado con estatuas.

Esta «locura» fue ideada por el Barón Jacques-François Roger. El Barón fue Gobernador de Senegal y durante su mandato quiso hacer varios ensayos agrícolas. A la cabeza de estos experimentos estaba su jardinero Jean Michel Claude Richard quien construyó un jardín. Como recuerdo de aquél botánico, la ciudad fue bautizada con su nombre y se le añadió la palabra wolof «Toll» que significa jardín. El hizo diferentes experimentos agrícolas, tratando de adaptar frutales y plantas al clima de la zona. El castillo-casa más tarde sirvió de alojamiento para otros gobernadores de la colonia, después fue un monasterio y terminó sus días como colegio. Ahora está que se cae, en estado de abandono total, pero si pasas por aquí ven a visitarlo.

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Regresamos al coche, nos esperaban dos horas de trayecto hasta llegar hasta uno de los mercados más conocidos de Senegal, Keur Momar Sarr, pero antes hicimos una parada para comer en uno de los lagos más grandes del país.

El Lago Guiers

Llegamos a la principal reserva de agua dulce de Senegal, el Lago Guiers un reservorio de agua que sirve para abastecer de agua potable tanto a la capital como a medio país. Sin embargo, por culpa del uso indebido de pesticidas, sus aguas no siempre se encuentran en el mejor estado y en algunas zonas han sufrido hasta esquistosomiasis, así que mejor no te bañes. Lo que si puedes hacer es dar un paseo en la orilla del lago porque es un lugar de lo más agradable. Abre bien los ojos porque en el lago Guiers tienes la posibilidad de ver bastantes aves migratorias. Aquí hay varios tipos de espátulas, flamencos, charranes o ibis entre otras muchas aves.

Keur Momar Sarr 

A tan solo tres kilómetros del lago Guiers se encuentra el mercado más movido de todo Senegal, sobre todo si vienes en sábado, el mercado Keur Momar Sarr. Un festival de colores y olores donde prácticamente se puede encontrar de todo y no solo productos de Senegal sino también mercancías procedentes de Mauritania.

Dimos una vuelta por el mercado, las negociaciones a voces para comprar verduras, ganado o cualquier objeto de vida cotidiana era feroz. El mercado estaba a tope, muy agobiante estuvimos paseando durante una media hora y decidimos marcharnos porque no se podía ni andar. Salvo que nunca hayas ido a un mercado africano tampoco es que tenga ningún interés especial. Si decides comprar algo, recuerda que tendrás que regatear como un PRO.

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N’der:  Las chicas son guerreras

Paramos en N´der, una ciudad que guarda una curiosa historia poco conocida sobre unas aguerridas mujeres africanas. Eran tiempos en los que el tráfico de personas estaba en boga y los moros asaltaban las ciudades en busca de esclavos. Sin embargo, un grupo de mujeres guerreras armadas hasta los dientes les plantaron cara. Pertenecían a la tribu Walo y sus reinas eran de una estirpe de armas tomar.

Los terribles sucesos que acontecieron en 1820 marcaron para siempre la historia de N´der. Los moros asaltaron la ciudad aprovechando la ausencia del rey, pensando que nadie les haría frente. Lo que no se podían imaginar es que una tropa de mujeres iba a repeler su ataque y que tendrían que salir por patas de la ciudad, pero la cosa no iba a terminar ahí. En un segundo asalto nuestro aguerrido batallón de mujeres lo tuvo bastante complicado, las estaban comiendo el terreno y terminaron completamente asediadas. No tenían ninguna intención de ser capturadas, así que decidieron quemarse a lo bonzo en una choza. Sin embargo, un poco antes la reina logró escapar junto con dos de sus hijas, una de ellas era Ndaté.

Ndaté Yalla heredó el trono tras la muerte de su hermana. Esta ejerció una feroz defensa de su territorio contra la administración colonial francesa y educó a su hijo como un guerrero para que él continuara defendiendo su país contra los colonos. El desconcierto de los franceses con esta reina debió ser mayúsculo, eran tiempos en el que las mujeres occidentales no tenían ni voz ni voto, pero aquí en Senegal, la reina Ndaté no paró de desafiarlos ejerciendo su poder regio contra ellos con mano de hierro. Un sacerdote francés la retrató en una litografía completamente empoderada fumando su pipa. Aquí puedes leer más sobre la historia de esta reina y ver ese retrato.

Continuamos con nuestro viaje, nuestro siguiente destino iba a ser el Ferlo. Aquí pasamos unos días con los pastores fulani, pero esa ya es otra historia.

Feliz fin de semana 😊

2 comentarios en «Las aldeas Toucouleur del norte de Senegal»

  1. Querida promotora del turismo rural senegalés…. Que bueno que nos traigas esta semana una entrada con una propuesta fuera de lo turístico y de las rutas trilladas. Me ha encantado.. pasa una semana estupenda.
    Un beso

    Responder
    • Muchas gracias ☺️, así es hay que conocer el auténtico Senegal que merece la pena.bun besote y buen camino

      Responder

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