La reserva de Nazinga: Elefantes en África Occidental

Pocos saben que en la reserva de Nazinga se pueden ver dos de los cinco grandes de África y está aquí en Burkina Faso.

Corren malos tiempos para el turismo en todo nuestro planeta por culpa de la pandemia y aquí en Burkina hay que sumarle la aparición del terrorismo, que últimamente se ha cebando con esta parte del Sahel. Sin embargo, hace unos años cuando viajé hasta la reserva de Nazinga la cosa era muy diferente ya que aún se podía disfrutar con tranquilidad de este santuario dónde viven en libertad los últimos elefantes de África Occidental.

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La última vez que os hablé de Burkina estaba en Gaoua, en «la tierra de los Lobi«. La reserva de Nazinga no está muy lejos de aquí, se encuentra a unos 290 Km. Aunque son pocos kilómetros, ya te puedes imaginar que tarde un montón en llegar, por decir algo, ya que me llevó nada menos que diez horas hacer el trayecto, bueno, estaba de vacaciones y además, el tiempo en África es relativo así que simplemente disfruté del trayecto.

El primer tramo se hace por carretera asfaltada, pero los últimos 60 km discurren por una pista de tierra que convirtieron el interior del 4×4 en una autentica batidora, las pistas de tierra estaban totalmente destrozadas tras la época de lluvias.

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Es curioso como en esta zona de África cambia el paisaje. La Reserva Nazinga está en el sur de Burkina Faso casi en la frontera con Ghana. A medida que te vas aproximando comienza la sabana arbórea. Los baobabs daban paso a las acacias y según avanzábamos, los matorrales se convertían en una espesa vegetación.

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Llegué a la puerta de acceso del Parque Nazinga, salí del coche y fui a registrarme. Me dijeron que no era necesario, puesto que iba a alojarme en uno de los hoteles de la reserva durante un par de días, así que con registrarme en el hotel, iba a ser más que suficiente.

En la reserva Nazinga hay un par de hoteles, yo estuve en Campement d’Elephant, un hotel bastante decente, limpio y cómodo en el que además había una piscina. El hotel estaba muy bien, eso sí, de noche era necesario llevar una linterna puesto que no había electricidad. La luz la cortaban a partir de las 22:00, así que el frontal era de lo más necesario si querías llegar o salir de tu cabaña, sobre todo para que no te diera un infarto si te topabas con alguna sombra peluda, puesto que durante la noche algunos animales se acercan a las instalaciones.

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Tras cruzar la gran puerta de acceso al parque, el traqueteo fue en aumento puesto que el suelo de la reserva Nazinga es de arena. Pensé en cómo sería hacer aquel mismo trayecto durante la temporada de lluvias, con todas las pistas embarradas. Recuerda que la mejor época para venir a Burkina es fuera del periodo de lluvias es decir durante nuestro otoño-invierno.

Tras cruzar las puertas de acceso me mantuve alerta y con los ojos bien abiertos, tratando de ver entre las ramas de la vegetación a alguno de los animales que habitan allí. Solo salían babuinos a nuestro paso, hasta que de repente nos topamos con un elefante que estaba zampándose las ramas de un arbusto.

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La reserva sin ser como las que uno se puede encontrar en Sudáfrica, Tanzania o Kenia es grande y en sus más de 100.000 hectáreas acogen a más de 20 mil animales, que no es poco. La estrella del parque Nazinga son los 800 elefantes que viven aquí en libertad, pero no solo vería elefantes, sino que durante los dos días que pasé aquí me topé con búfalos, cocodrilos, antílopes, babuinos, monos rojos y cientos de aves.

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Tras registrarme en el hotel salí a dar una vuelta. Hay un observatorio al lado del campamento, justo frente a una de las lagunas donde los animales acuden a beber.

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En la reserva se crearon varias represas para que hubiera agua suficiente durante todo el año y así evitar que los animales tuvieran problemas de abastecimiento. Lo mejor es que esas grandes lagunas atraen a mucha fauna y sentarse allí al atardecer fue muy buena idea, porque era constante el ir y venir de animales que acudían a beber.

Historia de Nazinga

Ahora Nazinga está gestionada por el gobierno burkinabés, pero nació gracias a la iniciativa privada. En 1979 dos hermanos canadienses que habían nacido en Burkina estaban viendo el deterioro y la deforestación progresiva que estaba sufriendo esta zona por culpa de la sobreexplotación humana. Quisieron ponerle freno y decidieron con el apoyo de la población local convertirlo en una reserva. Los cazadores furtivos fueron contratados como guardianes, dieron empleo a los aldeanos de la zona y gracias a su buena gestión, el número de animales que vivían en la zona fue en aumento.

Aumentó tanto que en Nazinga terminó permitiéndose la caza para regular el numero de determinadas especies y equilibrar su frágil ecosistema. De paso fue una forma de atraer las divisas de los cazadores.

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Durante muchos años la Reserva Nazinga se convirtió en un ejemplo de sostenibilidad y buena gestión que hasta logró obtener financiación extranjera. Sin embargo, en 1989 el gobierno burkinabés reclamó a los hermanos Lungren su gestión, pasando desde entonces a manos estatales. Desafortunadamente, según me dijeron, hubo un antes y un después.

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Continuaba ensimismada mirando hacia la laguna a la espera de que se acercara a beber algún animal. Era diciembre, estábamos en la estación seca así que el ir y venir de animales era constante.

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Pasado el rato unos turistas franceses se me acercaron. Pocos turistas estábamos en el parque así que se pararon a mi lado para preguntarme de dónde era, cuantos días iba a estar allí, que ruta estaba haciendo. Pero lo que realmente querían era enseñarme orgullosos su cámara de fotos con la colección de instantáneas que habían hecho a los elefantes. Son de esta mañana, me dijeron ¡Vaya! les dije, pues sí que hay elefantes aquí.

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Tenía previsto hacer mi propio mini safari, digo mini safari porque el tiempo se me estaba echando encima y era bastante tarde. Era buena hora para intentar ir a ver animales, puesto que a medida que desaparece el sol, se desperezan de su siesta y deciden de nuevo buscar alimento.

Me despedí de los franceses y subí a un todo terreno. Nos internamos por las pistas de arena y al poco rato a lo lejos comenzamos a ver elefantes. La verdad es que mi conductor se acercaba poco a ellos en una muestra de prudencia. Bueno, en realidad creo que más que prudencia les tenía más miedo que vergüenza. Fue suficiente, pero tuve que subir al techo del 4×4 para verlos mejor. A lo lejos entre las ramas secas veía a las familias de elefantes. De lo único que me apeno es de no haber llevado mejores objetivos para fotografiarlos, pero la verdad es que no fui a Nazinga para hacer fotos sino que solo quería conocer la reserva y ver a los animales en libertad, así que perdonar por las fotos, porque no son muy allá.

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Regresé de nuevo al campamento con intención de cenar. La comida que ofrecían en el restaurante tenía un aspecto bastante horrible, así que mi cena consistió en unas patatas y un tercio de cerveza Burkina, después me fui a dormir. Tras el desayuno tocaba safari por el parque Nazinga. Teníamos que parar en el camino porque las familias de babuinos buscaban desayuno entre grandes alaridos, los tímidos antílopes se asomaban entre los matorrales y por supuesto nos encontramos con varias familias de elefantes.

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Me gustó la Reserva de Nazinga. No es un lugar turístico, tampoco es que sea un lugar dónde te encuentres tanta fauna como en otros parques o reservas africanas, pero mereció la pena conocer ese pequeño santuario dónde viven los últimos elefantes de África Occidental.

Nuestra siguiente parada se encontraba muy cerca y se trata de un lugar de Burkina Faso que merece mucho la pena conocer, el pueblo más bonito del país, Tiebele, del que ya os hablé en otra entrada del blog.

Feliz fin de semana 😊

8 comentarios en «La reserva de Nazinga: Elefantes en África Occidental»

  1. Querida visionaria de sombras peludas:
    Posiblemente este parque no pueda compararse con le masai mara, pero estoy seguro que la experiencia fue muy auténtica. A mi con que me pongas una foto de un elefante ya me dejas fascinado. Una razón más para visitar la desconocida Burkina Faso.
    Unbesoy buen fin de semana.

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    • jaja algo parecido, pero yo por la noche no saqué la pata fuera de mi habitación, eso si al atardecer si me acerqué a la laguna porque era chulo estar sentado en modo árbol cual carpanta y ver a los animales, eso si, estaban a lo lejos. Un besote y pasa muy buena semana

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  2. Ahí, como una leona al acecho, agazapada entre los arbustos mientras espera a los animalejos que van a hidratarse, jaja. Me imagino salir del hotel a tomar el aire nocturno africano y nada más encender el frontal un elefante te saluda con la trompa… Qué sustillo! Un saludo muy grande!!!

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    • Si, es una delicia verlos en libertad, como dices son una hermosura, pero peligrosos Un abrazo y pasa muy buena semana:)

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  3. Tú a disfrutar del lugar y los franceses a presumir de fotos… si me dan a elegir, prefiero disfrutar del lugar (¡y que lo diga yo!).

    Me llama muchísimo la atención la gestión original y la inteligente estrategia de llevar al furtivismo a su terreno para construir a su lado el proyecto de conservación.

    Es una lástima tanto la situación actual del país como ese afán que tienen algunos gobiernos de apropiarse de los buenos emprendimientos y llevarlos a la destrucción… y eso no es algo que suceda sólo en África.

    Saludos y feliz semana… por fin tuve un momento tranquilo para disfrutar y acompañarte en estos viajes por Mundópolis.

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    • Muchas gracias Anxo así es, era un ejemplo de gestión pero ahora no pasa según me dijeron por su mejor momento. La verdad es que pocos saben que aquí también se pueden ver elefantes en libertad y con independencia de la gestión considerando los pocos recursos que tiene el país es un esfuerzo mantenerla. Los pocos turistas que iban y sobre todo los cazadores era una forma de mantener el parque, ahora con los problemas que tienen con el terrorismo, no se como se las van a apañar y cual será el devenir de la reserva, espero que pese a todo, continúe. Un abrazo y pasa muy buen finde

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