Vagando Por Mundopolis

Jebel Barkal: La montaña sagrada de los Kushitas

Jebel Barkal es la montaña sagrada de los kushitas, un lugar que fue más que sagrado. En esta etapa de nuestro viaje por Sudán llegamos a Karima situada en el sur de la cuarta catarata del Nilo. Aquí es dónde se alza Jebel Barkal, una montaña que no se nos iba a resistir porque llegaríamos hasta su cima. También visitaríamos los templos y pirámides que la rodean. Os cuento todo lo que vimos en Karima, Sudán.

Jebel Barkal

Los egipcios consideraron a Jebel Barkal una montaña sagrada, por ser la cuna de su dios Amón. Éste era el dios de la creación, uno de los más importantes del panteón egipcio. Pero la montaña no solo fue sagrada para los kushitas. Los musulmanes actualmente siguen creyendo que es un lugar sagrado, puesto que uno de sus jeques, está enterrado cerca de ésta montaña y aún los lugareños acuden a su tumba para recibir sus bendiciones.

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Eran las cinco de la tarde cuando llegamos a Karima. Lo primero que hicimos fue ir al hotel para dejar nuestras mochilas. El hotel era muy chulo, está regentado por italianos y estratégicamente situado cerca de uno de los lados de la montaña sagrada.

Nuestra idea era subir a Jebel Barkal nada más llegar. No sabíamos lo que íbamos a tardar en ascender hasta la cima de aquella montaña de arenisca roja y el tiempo se nos estaba echando encima. A las siete se pondría el sol y ya no había tiempo que perder.

Así que nos registramos en el hotel, dejamos las cosas y después nos fuimos justo al lado contrario de la montaña, ya que desde allí se puede subir más fácilmente.

Cuando llegamos, Oscar y yo nos quedamos mirando a la cima de Jebel Barkal, se veía demasiado imponente. Tan solo con pensar en el pedazo de cuesta pedregosa de 98 metros que nos esperaba, nos invadió una pereza tremenda y más después de que esa mañana no habíamos parado de andar, así que andábamos justos de fuerzas.

A punto estuvimos de rajarnos, pero Manolo nos convenció. Así que casi a rastras y con una galbana impresionante, fuimos subiendo.

Nos llevó unos veinte minutos llegar hasta la cima. Eso sí, haciendo mil paradas con la excusa de hacer fotos, aunque la realidad era que estábamos echando el bofe.

A medida que subíamos, las vistas eran más impresionantes. A nuestros pies quedaban las pirámides kusitas que están en uno de los lados de Jebel Barkal y cada vez se iban haciendo más pequeñas.

Por fin llegamos a la cima. Lo más curioso es que toda la superficie es completamente plana. En el suelo solo había pedruscos de origen volcánico. Lo mejor es que pudimos recorrer toda la cima de Jebel Barkal para contemplar las preciosas vistas que la rodean y además en cada lado son completamente diferentes.

Si vienes a Jebel Barkal te recomiendo sin duda que subas. No seas perezoso, porque la vista panorámica que se tiene desde allí es completamente espectacular.

Por un lado, se ve la ciudad de Karima. El Nilo zigzagueaba abriéndose camino entre las arenas del desierto hasta que se perdía en el horizonte, bordeado por una gran mancha verde de palmeras y huertos.

Por el otro lado, veíamos el desierto de Bayuda que se fundía con el cielo. Y desde el otro de los extremos de Jebel Barkal, sobresalían de la arena como miniaturas el vértice de las pirámides. La vista no podía ser más espectacular.

La montaña de Jebel Barkal sirvió durante muchos siglos como faro para las rutas de caravanas que atravesaban el desierto. La montaña se ve desde varios kilómetros y su aparición en el camino, indicaba el punto más sencillo por dónde se podía atravesar el Nilo.

Uno de los arqueólogos que más saben de este lugar, Timothy Kendall, cuenta que en lo alto del pináculo de Jebel Barkal, el rey Taharqa ordenó tallar una inscripción jeroglífica. Esa inscripción habría sido protegida por una placa de oro de tres metros de ancho por uno de alto. Imagina como serían los destellos en la mitad del desierto, cuando el sol implacable se reflejara en aquella placa dorada.

Lo que convirtió a esta montaña en un lugar sagrado, fue el pináculo de arenisca de 98 metros que sobresale de la misma y que está situado en el lado sudoeste de Jebel Barkal. La naturaleza hizo que su forma se asemejara a una cobra coronada con el disco solar, es decir el símbolo de la corona del Alto Egipto. La forma de este relieve, dotó a la montaña de un simbolismo religioso y sagrado para los egipcios, por lo que consideraron a Jebel El Barkal como el lugar de nacimiento y origen del dios Amón.

Justo debajo del monolito están enterrados los templos y la ciudad de Napata, fundada por Tutmosis III, la que después se convertiría en la capital del reino de Kush.

Cuándo te asomas a la altura del pináculo, puedes ver la planta de los templos. Allí fue dónde se centró toda la actividad religiosa de la ciudad. Era como ver un plano a vista de dron.

Nos quedamos en la cima disfrutando de las vistas hasta que el sol se fue ocultando. Decidimos bajar para evitar despeñarnos, porque en pocos minutos sin sol, ya no veríamos el camino.

La bajada de Jebel Barkal se hace por el otro lado de la montaña, en una zona cubierta con arena que tiene forma de duna gigante. Nos dejamos caer deslizándonos como si estuviéramos esquiando hasta que llegamos al suelo.

Al poco rato de bajar de la montaña se hizo de noche, así que regresamos al hotel para cenar y para tomarnos unas cervezas, eso sí, sin alcohol. Los italianos si saben montárselo bien, aunque sea en mitad de un desierto, allí tuvimos las mismas comodidades que en un hotel occidental.

Amaneció en Karima. Nuestro segundo día allí habíamos planeado ir a visitar a primera hora de la mañana los templos que se encuentran justo debajo del pináculo de Jebel Barkal. Las ruinas que hay en la base de esta montaña son de trece templos y tres palacios.

Jebel Barkal fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2003. La zona prácticamente se ha mantenido intacta, ya que el turismo es casi nulo y solo algunas misiones arqueológicas vienen temporalmente a excavar la zona.

Templo de Mut

Llegamos a la entrada de los templos. El primero que visitamos fue el templo de Mut lo estaban restaurando y nos encontramos la puerta cerrada. Estuvimos un rato esperando a que el guardián del templo lo abriera para que pudiéramos verlo.

De acuerdo con una inscripción que hay en el interior del templo de Mut, fue el rey Taharqa quien ordenó su construcción. Lo curioso del templo de Mut es que una parte está excavada dentro de la montaña de Jebel Barkal y otra parte es exterior es la que está situada justo debajo del pináculo.

Está dedicado a la diosa Mut, la mujer de Amón. En el exterior solo quedan dos columnas hatóricas, con la cabeza de la diosa vaca, en forma de Hathor o Sekhmet de la que ya os hablé en el post del templo de Dendera.

Por fin llegó el vigilante del templo, abrió la puerta, entramos, en el interior reinaba la oscuridad absoluta.

El guardián encendió su linterna, apunto hacia las paredes y se hizo la magia. La luz mostraba los relieves policromados en amarillos, ocres, negros y azul egipcio, los colores originales de los bajorrelieves aparecían ante nuestra vista.

Nuestros ojos se movían al ritmo de la linterna, estábamos embobados como niños, descubriendo como si nadie antes hubiera visto aquellos magníficos bajo relieves.

El interior del templo de Mut está muy bien conservado gracias a que el vestíbulo colapsó. El derrumbe dejó sellada la cámara y las preciosas imágenes de Taharqa, Amón y Mut con cabeza de león, representando la Doble Corona, aparecían ante nuestra vista junto con otras deidades egipcias.

El Gran Templo de Amón

Tutmosis III ordenó en el 500 a.C construir un templo en honor del dios Amón justo a los pies de la Jebel Barkal, que para eso la montaña era consideraba su casa natal. El templo fue ampliado y durante los siglos sucesivos faraones y reyes fueron añadiendo más partes. Adosados a la montaña hay otros seis templos menores.

El templo de Amón fue el más grande de Sudan, cuenta con 156 metros de largo y su planta seguía el estilo arquitectónico de los templos egipcios.

Según la tradición egipcia, los templos más antiguos se situaban a la izquierda, mientras que en el lado derecho, se encontraban los palacios. Estos se construyeron con posterioridad aquí el rey se alojaba cuando visitaba Napata.

Este fue el centro de adoración principal a Amón y aquí era donde se realizaban todas las ceremonias de coronación de los reyes kushitas. Así que durante muchos siglos todos los reyes kushitas vinieron a este templo para recibir la legitimación de su poder real.

Aunque ahora el Nilo está bastante alejado del templo, en su momento estaba más cerca y una avenida flanqueada por carneros marcaba el sendero que conducía desde el río hasta el templo de Amón.

El templo de Amón está muy destruido y gran parte de su estructura está cubierta de arena. Mientras caminas entre lo que antes eran las diferentes salas del templo, ahora solo encuentras un montón de piedras arrebujadas, entre las que asomaban jeroglíficos y bajo relieves. De la gran avenida de los carneros ahora solo quedan seis estatuas.

Aunque aún se adivina la planta y lo que fueron dos salones flanqueados de columnas que llevaban hasta el santuario, con pequeñas habitaciones en sus laterales.

Alrededor de 1450 a. C., el faraón egipcio Thutmosis III extendería el imperio egipcio hasta la región de Nubia, fundando Napata por lo que Jebel Barkal marcaba el límite sur del reino. 

Napata, era un puesto militar así como un punto de parada de las caravanas que comerciaban con África. Egipto tenía mucho interés en fiscalizar esta zona, tanto para controlar las minas de oro, recaudar impuestos y controlar las rutas comerciales que unían África con los países mediterráneos.

Durante cinco siglos, a esta zona se la denominó Kush, incluso así se menciona en el Antiguo Testamento.

Kush mientras estuvo bajo la dominación egipcia, se controló como una colonia, es decir, se gestionaba a través de un virrey. Los kushitas adoptaron las creencias egipcias pero los egipcios respetaron sus costumbres y estructuras sociales.

Esto tuvo consecuencias puesto que en el momento que el poder Egipto flaqueó, las élites locales de Napata aprovecharon para retomar el poder y el reino de Kush logró independizarse de Egipto

La importancia de Djebel Barkal decaería en el siglo VI, cuando la capital del reino de Kush se trasladaría de Napata a Meroe de la que ya os hablé en otro post.

Las Pirámides de Jebel Barkal

Al otro lado de la montaña Jebel Barkal, se encuentra la necrópolis, las pirámides meroíticas en donde reposan los reyes, reinas y príncipes

Las pirámides de Jebel Barkal están divididas en dos grupos, las del norte que se construyeron en el S. III aC y las del sur construidas en el S. I aC

Aunque parece que están cerca de Jebel Barkal, puedes tardar media hora a pie en llegar a las pirámides y con el calor que hace, lo mejor que se puede hacer es ir hasta las pirámides en coche.

Estas pirámides son mucho más pequeñas que las egipcias. Parece ser que originariamente estaban recubiertas y aunque alguna está desmoronándose, están bastante bien conservadas.

En las pirámides del norte se enterraron a 4 reinas. Los arqueólogos solo han podido identificar a una de ellas, el resto de las pirámides corresponden a reyes.

Datos prácticos sobre Jebel Barkal

Jebel Barkal está situada a 400 km al norte de Jartum, en la ciudad de Karima. La mejor forma para llegar es en taxi o en una excursión organizada.

En cuanto al alojamiento, nosotros nos alojamos en el Hotel Karima Nubian Rest House. Es es un buen lugar para descansar y además se come bien. El hotel sigue el estilo de la arquitectura nubia, las habitaciones tienen una cúpula abovedada y una zona ajardinada con buganvillas.

Nuestra siguiente etapa en nuestro recorrido por Sudan conoceríamos las Pirámides de Nuri.

Feliz Fin de Semana:)

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