Vagando Por Mundopolis

El Barrio Armenio de Isfahán

Era domingo por la mañana cuando cruzamos uno de los puentes que atraviesan el río Zayandeh para internarnos en el Barrio Armenio de Isfahán, llamado New Julfa.

Entrar en el barrio de New Julfa supone viajar a la patria perdida y añorada por los armenios. Estos se establecieron aquí, en los confines de la ciudad Isfahán, entre 1604 y 1606. Por aquel entonces el Shah Abbas I convirtió a Isfahán en la capital de Irán, haciendo que la ciudad floreciera cual rosa del desierto. En aquel momento, se construyeron los magníficos edificios que rodean la plaza Naqsh-e Jalan. Esta plaza es uno de los lugares que no os podéis perder cuando viajes a Isfahán. Si quieres saber más sobre esta plaza te lo cuento en otra entrada del blog que puedes leer AQUÍ.

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El Shah garantizó la libertad religiosa de esta próspera comunidad y los armenios construirían en New Julfa otra de las joyas Isfahán, la catedral de Vank.

Los Puentes de Isfahán

Toda la zona que bordea el río Zayandeh, está jalonada de puentes que se construyeron durante el periodo safávida. Cinco de ellos merecen ser visitados de cerca. El río no es navegable, así que se diseñaron para ser el nexo de unión de los barrios periféricos con el centro de la ciudad. También, para regular la distribución del agua entre los jardines, huertas y para abastecer a la ciudad. Pero sobre todo, se construyeron para que la población disfrutara de ellos, de sus pabellones, de las zonas ajardinadas que rodean el río y lo mejor de todo, es que siguen cumpliendo esa función.

Bordeando el río discurre un paseo dónde la gente acude sobre todo al atardecer, es un lugar de reunión. Se sientan en los bancos para charlar y contemplar el río y es que, aún pervive la antigua costumbre iraní de comer o tomar té frente al agua.

Hay muchos puentes en Isfahán, pero cuatro de ellos son los más espectaculares. Pol-e Khaju, el más bonito y el más grande de todos los puentes de la ciudad. Si-o Seh Pol también llamado Allah Verdi Khan, en honor a su patrocinador que se dice que era de origen armenio.

Si o Seh Pol era el puente que conectaba con sus 300 metros y 34 arcos Isfahán con New Julfa, el barrio armenio de Isfahán. El puente era el nexo de unión que integraba este barrio en la ciudad.

En un primer momento, el pasillo central del puente estaba destinado al paso de los carros tirados por animales y bordeandolo se encontraban las pasarelas para los peatones, ahora el puente es completamente peatonal. Pero fíjate bien, porque no es un puente cualquiera ya que tiene miradores y pabellones, dónde los viandantes podían reposar mientras contemplaban el río.

Antiguamente los pabellones estaban decorados con pinturas que, según los viajeros europeos de la épocas decimonónicas, calificaron como obscenas. Madre mía como cambian los tiempos. En este puente se realizaban recepciones oficiales para las embajadas extranjeras que acudían a Isfahán. Otro de los puentes es Pol-e Sharestan que es el más antiguo de Isfahán. Y otro puente bonito que podéis ver en Isfahán, es el Pol-e Chubi, un puente que se creó para uso exclusivo y particular del Sha.

Recorriendo el Barrio Armenio de Isfahán

Unos días antes habíamos ido al río por la tarde para ver la iluminación nocturna, así que estuvo bien regresar y pasear de día, porque parecía un puente diferente. Como nuestro hotel estaba situado entre el puente Si o Seh Pol y el Ferdowsi, decidimos cruzarlo a pie. Nuestra intención era coger después el metro para bajarnos cerca de la catedral del Vank, pero al final tuvimos que llegar andando. Era domingo y el metro en Isfahán estaba cerrado, así que terminamos dando un buen paseo.

En su momento, en el barrio armenio de Isfahán hubo treinta iglesias, ahora quedan trece. Su construcción fue subvencionada por los ricos comerciantes armenios. Además de la catedral, hay otras dos iglesias interesantes que puedes conocer, pero si vas con el tiempo justo con visitar la catedral de Vank tendrás más que suficiente.

Cruzamos el puente y nos internamos en New Julfa, el barrio armenio de Isfahán. En un principio los armenios fueron reubicados a la fuerza en Isfahán, aunque el Sha respetó su religión, idioma y costumbres.

Su éxito en los negocios hizo que muchos de ellos lograran convertirse en figuras prominentes durante el reinado del Sha Abbas I. En aquel momento, los intereses económicos del país se centraban en tener el control sobre el comercio de la seda, cuya ruta pasaba por Irán. La fe cristiana de los armenios, les convertía en perfectos representantes del Sha para fomentar negocios con países europeos y viajaron a Europa como embajadores persas de la seda. También formaron parte del comité de bienvenida en Isfahán de las legaciones extranjeras. Se convirtieron en prósperos comerciantes, tan ricos, que incluso como te conté antes, subvencionaron el coste de la construcción de uno de los puentes de Isfahán. Por supuesto construyeron ostentosas mansiones en el barrio armenio de Isfahán, aunque desafortunadamente no queda ninguna en pie.

La catedral de Vank

El tesoro armenio de Isfahán es la catedral de Vank, llamada también la Iglesia de San José de Arimatea. Le pusieron el nombre del discípulo de Cristo que lo bajó de la cruz.

Vank significa «catedral» en armenio. En el mismo recinto no solo veréis la Iglesia de San José de Arimatea sino que además, puedes visitar dos museos más y una sala de exposiciones temporales.

La entrada a la catedral de Vank cuesta 500.000 riales y con ella tendrás acceso a la Iglesia y a los dos museos (este era el precio en Mayo de 2019).

En el lugar dónde se encontraba la catedral de Vank los armenios habían construido una iglesia, pero al poco tiempo se les quedó pequeña. Así que en 1655 con el beneplácito del Sha Abbas I comenzarían a construir la catedral de Vank. La construcción finalizaría 9 años después y es una obra maestra de la arquitectura, en la que se mezclan con un gusto más que exquisito, el estilo europeo, el armenio y el  iraní.

Por fuera es de lo más espartana y no te da pistas de lo que esconde su interior. Créeme que cuando entres vas a alucinar. Pensé ¡wow que maravilla! La catedral de Vank sin duda es el tesoro más preciado del barrio armenio de Isfahán y no te dejará indiferente.

En su interior todas las paredes y techos están enteramente decorados. No hay un espacio en blanco sino que están repletas de pinturas con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, vidas de los santos, iluminaciones o vírgenes.

Las pinturas al óleo que decoran el interior de la catedral de Vank salieron de las manos de los mejores pintores del periodo safávida.

Están realizados en filas horizontales. La parte de arriba relatan escenas del Antiguo Testamento, debajo de estas están las del Nuevo Testamento y en la parte más baja se relatan escenas que representan los sacramentos. Supongo que se hicieron con una intención didáctica para que sirviera como relato visual para aquellos que acudían a la catedral. Eso sí, algunos mensajes no eran fáciles de interpretar porque algunas escenas eran de lo más macabras.

A continuación, fuimos a otro de los edificios que se encontraba en el complejo de la catedral de Vank, un museo etnográfico armenio en el que se muestran antiguas vestimentas y objetos que pertenecieron a la comunidad del barrio armenio de Isfahán.

Frente a la iglesia verás otro museo. El busto del inventor del alfabeto armenio Mesrop Mashtots se encuentra en la entrada dando la bienvenida a los visitantes.

En su interior hay retratos de dignatarios armenios, documentos por los que el Shah Abbas permite la construcción de la catedral de Vank, objetos religiosos, ropa litúrgica y hasta una pila bautismal de piedra.

Memorial del Genocidio Armenio

Pero lo que más me llamó la atención de este pequeño museo, fue un modesto memorial sobre el genocidio armenio, del que no se oye hablar demasiado, pero que fue un horror de tal nivel que no tiene nada que envidiar al exterminio nazi.

La historia de Armenia no ha sido fácil sino más bien todo lo contrario. Con un pasado de lo más convulso, sufrió desde el año 1045 constantes invasiones en su territorio y no ha sido hasta tiempos recientes, en 1918, cuando el país logró su independencia.

El pequeño memorial del barrio armenio de Isfahán se centra en el capítulo más negro de la historia Armenia. Pero para entender lo que sucedió en 1915 hay que remontarse muchos siglos atrás. Durante el s.XVI los turcos otomanos se apoderaron de parte de su territorio occidental y la oriental fue tomada por el Imperio Persa Safavida.

La diáspora Armenia comenzó aquí y muchos se trasladaron a Siria, Palestina o a Isfahán dónde empezaron a nacer los barrios armenios. Eran comunidades muy compactas, que crearon una red de comercial entre los diferentes países dónde emigraron y gracias a sus dotes comerciales, se convirtieron en comunidades prósperas.

Durante el s. XVIII muchos países de su entorno comenzaron a independizarse. Los armenios ansiaban recuperar su libertad y librarse del imperio otomano. Apoyados por Rusia e Inglaterra se alzaron contra los turcos y les ganaron, pero la jugada no les salió demasiado bien, ya que no lograron su independencia y quedaron bajo el dominio ruso como un virreinato del Cáucaso.

Durante el congreso de Berlín, las potencias europeas, para frenar el poder geopolítico que estaba alcanzando Rusia, acordarían que estos debían devolver el territorio armenio a los turcos y en ese momento comenzaría la pesadilla. En 1908 subiría al poder en Turquía el partido de los jóvenes turcos. Bajo el pretexto de modernizar y uniformizar el país bajo la bandera del islam y la raza turca, dejaba de lado a sus minorías, por lo que kurdos, griegos y armenios sobraban en el nuevo país. Pese a que las cláusulas del congreso de Berlín garantizaba el respeto de los armenios, esto no sucedería.

En 1914 se inicia la Primera Guerra Mundial y el acuerdo de Berlín sobre el territorio armenio, quedó en papel mojado. Los armenios se pusieron del lado de los rusos, los mayores enemigos de los turcos, por los que se les consideró traidores al estado. Entre tanto los turcos se pusieron del lado de los alemanes. En 1915 el gobierno turco decidió detener a los intelectuales, líderes políticos religiosos y todo aquel que pudiera tener influencia sobre la población armenia.

Los turcos aplicando una antigua ley que obligaba a todos los hombres a formar parte de las filas del ejército, obligaron a todos los varones armenios a unirse al ejército, realizando trabajos forzados en pésimas condiciones. Terminaron muriendo todos.

A continuación, se dirigieron a los pueblos y ciudades en las que ya solo quedaban ancianos, mujeres y niños. Les dijeron que recogieran sus pertenencias y acusados de traidores al régimen, les condenaron al exilio en el desierto, al oeste de Siria. La larga caminata que tuvieron que hacer durante el invierno, provocó que murieran entre 650 mil y un millón y medio de personas ya que, no se les proporcionó ni agua, ni comida, ni abrigo durante aquella marcha inhumana que duró meses.

Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial y cambio Turquía de Gobierno, aunque no reconocieron el genocidio, sí decidieron juzgar las atrocidades que había cometido el anterior partido. Los cabecillas del genocidio fueron juzgados en ausencia, puesto que todos habían huido del país. Sin embargo, las comunidades armenias que por aquel entonces se habían asentado en más de 120 países como consecuencia de la diáspora, les encontraron y asesinaron a todos los responsables.

Si tienes curiosidad por saber más cosas de lo que sucedió en el genocidio armenio puedes consultar esta web. Ahora los armenios siguen diseminados por medio mundo. Hay muchas figuras conocidas que son de origen armenio como Cher, Andre Agassi, Charles Aznavur o las hermanas Kardashian, cuyos padres o abuelos formaron parte de esta diáspora. Lo curioso es que en el museo había un mapa en el que venían todos los países que habían reconocido este genocidio y lo que más me llamó la atención es que España aún no lo ha hecho.

Te recomiendo que reserves unas horas para visitar el barrio armenio de Isfahán. Si cuentas con más tiempo, visita su cementerio, la  Iglesia de Belén en la avenida Nazar, la de Santa María en la plaza Julfa y la iglesia de Ereván. También puedes ir a tomar algo en alguna de sus cafeterías y sentir de cerca la esencia armenia, que aún pervive en Isfahán.

Feliz fin de semana 🙂

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