Vagando Por Mundopolis

Qué ver en Chengde China

Chengde era el retiro de verano favorito de los emperadores chinos de la dinastía Qing. Si estás en verano en Pekín sudando las de Caín a tan solo 255 km puedes escapar a esta ciudad como hicieron en su tiempo los emperadores chinos.

Hace dieciséis años visité esta ciudad, en aquellos años aún mantenía un ambiente completamente rural y no era una ciudad a lo Blade Runner como son ahora casi todas las ciudades chinas. Para llegar a Chengde no existían trenes de alta velocidad, ni tampoco había turismo occidental. Os contaré cómo fue aquel viaje y todo lo que ver en Chendge, un sitio no muy frecuentado por el turismo pero que merece la pena visitar.

que-ver -en-chengde-china

En nuestro viaje a Chengde viví muy de cerca una costumbre que estaba por aquel entonces muy arraigada en China, la de escupir a diestro y siniestro. Era muy común escuchar un estruendoso sonido de laringe que terminaba con un salivazo en medio de la vía pública. Una costumbre que se intentó erradicar a base multas un poco antes de la celebración de los Juegos Olímpicos del 2008, pero como era una práctica que se llevaba realizando desde la época de Mao, era complicado quitarla de golpe y porrazo. Aún hoy en día cuándo sigues yendo a China ves que muchos no pueden reprimir soltar el lapillo.

En China no era de mala educación soltar esputos a tutiplén sino todo lo contrario, se hacía para equilibrar el Ying y el Yang. Expulsar la saliva significaba sacar del cuerpo las malas energías.

Con la que está cayendo ahora y el peligro que supone esa práctica, me ha hecho recordar el viaje surreal que hicimos a Chengde en tren desde la Gran Muralla China. Quizás con todo lo que está pasando, sea el momento en que se ponga punto final a esa costumbre que siempre que he viajado a China me ha puesto el pelo como escarpias.

La Gran Muralla China

Por aquél entonces en China solo había turismo interior, pero había y mucho. Así que para evitar a las masas decidimos ir a una parte de la Muralla China en la que había menos gente. Había menos gente porque las subidas eran una completa maldición. Y es que, a esa parte de la Escalera Celestial, que es como también se llama a la Gran Muralla, no iba ni dios porque cada escalón era tan alto como mi tibia. Así que más que subir escalones, realmente era como hacer escalada.

Hay muchas partes de la Gran Muralla China que están abarrotadas por el turismo, pero hay otras zonas que por ser más peligrosas y menos accesibles no va nadie. Para los que os guste la aventura y queráis conocer una parte de la muralla que aún se mantienen como lo fue originariamente, podréis ir a Jiankou. Aquí se encuentra un tramo de 20 kilómetros que es el más difícil y peligroso.

Al día siguiente con las piernas completamente acalambradas por habernos creído el hombre araña, cogimos el tren a Chengde, un auténtico chucu-chucu. En un principio el viaje debía haber durado 4 horas, pero al final se convirtieron en 6.

Por aquél entonces se podía fumar en la parte que unía los vagones, así que pasado un rato fui a echar un cigarro. Al poco de encenderlo comienzo a escuchar ruidos, un regurgitar que era el aviso del incipiente festival de escupitajos que iban a empezar a soltar mis compañeros de cigarro. Guaggrrrr chpssss, comenzaron a soltar tantos pollos, que aquello no parecía un vagón, sino que más bien era un corral.

No contentos con esto también empezaron a gasearme con toda impunidad, así que entre los gases que se descerrajaban y los gorgojos decidí salir huyendo hacia mi asiento, lo mejor que podía hacer era no fumar.

El tren hacía muchas paradas, era más lento que el caballo del malo. En una de esas paradas subió una señora con una niña pequeña y un bebé en brazos. En cuanto el tren siguió su marcha montó un escándalo espectacular. Como no les entendíamos, no sabíamos lo que pasaba, pero sacamos la conclusión que o bien, se habían equivocado de tren o bien, se habían dejado a alguien en el andén.

La niña empezó a llorar desconsoladamente como nunca había visto antes, con tal berrinche que le entró tal hipo que empezó a vomitar. La que se supone que era su madre iba con el bebé en brazos y fue pasándolo a la gente del tren para que lo cuidara y en cuanto lo encasquetó se marchó, se supone que a arreglar el problema que tuviera. El bebé era como un pequeño Buda, no llevaba pañales, iba a escape libre. En su lugar llevaba como una especie de pijamilla que estaba abierto por el culillo.

El bebé pasaba de mano en mano por todo el vagón hasta que llegó a mis brazos. Manolo espeluznado me decía que me quitara de encima al pequeño Buda lo más rápidamente posible, porque podía soltar un regalo en forma de pastelazo en cualquier momento. Lo peor es que la gente del vagón estaba encantada de que lo sostuviera y cada vez que lo quería pasar a otra persona me decía que no, que me la quedara, así que no tenía forma de librarme del bebé.

Y así me quedé con el bebé encima un buen rato, hasta que logré encasquetarlo a otra persona.

Aunque el viaje duró un montón de horas con tantas historias escatológicas y con el esfuerzo que supuso intentar entendernos con la gente que iba en nuestro vagón, pasamos un viaje de lo más entretenido. Llegamos por fin a Chengde que está en la provincia de Hebei. Por cierto, no hay que confundirla con Chengdu, otra ciudad que se encuentra al otro lado del país. En China hay que tener cuidado en cómo se pronuncian los lugares, si no quieres terminar en otra punta del país completamente diferente del que tienes planeado.

Qué ver en Chengde

El cuarto emperador de la dinastía Qing, el emperador Kangxi, eligió Chengde como el lugar perfecto para pasar los calurosos veranos, por lo que se construyó un palacio de verano rodeado de todos los lujos dignos de un emperador. Su nieto, continuó con su obra constructora e hizo una de las cosas que más les gusta a los chinos, réplicas de templos y edificios de otras regiones de China, para que cuando los representantes de otras regiones acudieran a ver al emperador, se sintieran como en su casa. Así que aquí veréis réplicas de templos de Mongolia, de Tíbet y de otras regiones de China.

Se tardó nada menos que 90 años en completar todos los complejos que hay construidos, palacios, templos, jardines esparcidos en un área de más de 6 kilómetros. La Unesco declaró todos estos edificios Patrimonio de la Humanidad.

En Chengde pasamos dos días. La ciudad minera e industrial era fea y sin ningún interés, pero sí merecía la pena visitar todos estos monumentos que dejó la dinastía Qing.

Villa Imperial de Verano

Un buen lugar para darse un paseo y en el que emplear la imaginación para figurarse cómo fueron los antiguos jardines que recreaban los jardines que hay en Suzhou, Jianxing y Hagzhou. Los japoneses y los señores de la guerra arrasaron este parque.

Sin embargo, el jardín lleno de lagos, arboledas y prados rodeados por una muralla de 10 km así que imaginaros lo inmenso que pudo ser.

En el Palacio Central era donde se encontraba el salón del trono, que se construyó con una madera aromática del árbol de nanmu. También podréis ver en su interior las pagodas y templos que no arrasaron los japoneses.

Los Ocho Templos Exteriores

Recorrer los ocho templos exteriores de Chengde te llevará mínimo un día. Se construyeron entre 1750 y 1780. Cuando fuimos, algunos estaban cerrados ya que los estaban restaurando.

En realidad, no son ocho templos, sino que son doce, construidos en varios estilos para contentar y apaciguar a los muchos grupos étnicos que conformaban China, sobre todo los mongoles y los tibetanos. 

Templo Putuozongcheng

El más famoso de ellos es el Templo Putuozongcheng que fue el primero que visitamos. Este templo es una réplica en pequeño del imponente Palacio del Potala en el Tíbet. Da el pego y aunque sea una réplica es imponente, incluso se le llama » Little Potala”.

Fue construido entre 1767 y 1771, y sigue siendo uno de los complejos de templos más grandes de China. Dentro había muchos objetos tibetanos incluyendo un cuenco Kapala, que se utiliza en las ceremonias tibetanas y que se hizo con el cráneo de una chica.

Templo de la Tranquilidad Universal

Cerca de allí, se encuentra otro de los lugares que tenéis que ver en Chengde: el Templo Puning o lo que es lo mismo el Templo de la Tranquilidad Universal. Está inspirado en uno de sus lados por el Monasterio tibetano de Samye y en su parte frontal es de estilo chino, con un buda sonriente que te da la bienvenida. Es el hogar de la estatua de madera más alta del mundo de la diosa de la misericordia Guanyin.

Para verla de cerca había que subir al primer piso y con una linterna que te prestaban veías a aquella gigante de cerca con sus imponentes 22 metros de altura y 42 brazos que te miraban porque en cada palma de su mano tenía dibujado un ojo.

En un día solo nos dio tiempo a visitar estos dos templos, el área está llena de edificios. Este templo se construyó para celebrar la victoria de uno de los emperadores de la dinastía Qing sobre las tribus mongolas.

Templo Sumeru (Templo de la Felicidad y Longevidad)

Al siguiente día visitamos el templo Sumeru, también llamado de la Felicidad y la Longevidad construido en honor al sexto Panchen Lama que en 1791 residió aquí. En su parte más alta ocho dragones dorados decoran su tejado.

Aquí nos encontramos con un montón de monjes budistas y es que el templo Sumeru se construyó para recibir la visita del sexto Panchem Lama.

Templo de la Felicidad Universal

Este es otro de los templos que tenéis que ver en Chengde. Aquí se recibía a las minorías étnicas. Tiene un pabellón parecido al templo del Cielo de Beijing.

Como llegar a Chengde

Ahora llegar a Chengde en tren desde Pekín sigue siendo igual que hace 14 años puesto que aún no se ha terminado de construir el tren de alta velocidad. Aquí podéis consultar los horarios de los trenes pero os recomiendo que vayáis a la estación y lo compréis allí.

Para regresar a Pekín y no depender del tren lo hicimos en minibús, es mucho más rápido que el tren. También hay un pequeño aeropuerto en Chengde que dependiendo de la ciudad en la que te encuentres puede venirte bien y por supuesto hay varios trenes que circulan todos los días desde Beijing, el más rápido tarda 4 horas en llegar.

Qué recuerdos, espero que pronto acabe la pesadilla del Covid y pronto se vuelva a volver a recorrer el mundo en tranquilidad.

Feliz fin de semana   

Salir de la versión móvil