Vagando Por Mundopolis

Una Mina de Oro Artesanal en Burkina Faso

Una mezcla de casualidad y curiosidad me llevó a un lugar absolutamente impactante, una mina de oro artesanal cerca de Gaoua en Burkina Faso. Mientras iba por la carretera apareció ante mis ojos un inmenso campamento improvisado. Hasta dónde alcanzaba mi vista chozas y chabolas se alzaban en medio de una gran planicie, dónde cientos de burkineses van en busca del dorado.

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Alejado de los grandes safaris y de los paisajes que nos regala África, se encuentra esta otra realidad, la realidad de la pobreza en África, la que un turista no suele ver o en los casos en los que se la encuentra prefiere no mirar.

En los países que están en vías de desarrollo, encontrar recursos naturales muchas veces más que una bendición se convierte en una maldición para su población, ya que genera conflictos, corrupción y un descontrol que, en vez de revertir en beneficios para el pueblo, se convierte en una pesadilla que los desestabiliza aún más.

En los últimos años Burkina Faso se ha convertido en el cuarto exportador de oro mundial. Junto a las grandes explotaciones mineras canadienses y suizas, que extraen el preciado mineral, proliferan por el país estas minas artesanales, en las que los soñadores burkineses intentan encontrar polvo de oro en busca de un futuro mejor.

Bajé del coche y pregunté si podía visitarlo, me dijeron que si por lo que me dirigí hacía una pequeña colina en las que se estaban excavando los pozos.

Un grupo de chavales, armados con un pico y con la fuerza de sus brazos se metían en los tenebrosos agujeros, trepando cuál fornido bombero por las endebles cuerdas.

El equipo minero constaba de un gorrito raído de lana que sujetaba un frontal made in China, y que alumbraría al minero en el interior del túnel.

Los mineros dependen de las cuerdas y de la fuerza de sus brazos para bajar y subir del túnel que está a unos 40 metros de profundidad. Me preguntaron si quería bajar para ver el interior del túnel, les respondí que les estaba muy agradecida por la invitación, pero que no tenía sus agallas para meterme allí, a lo que todos se rieron.

Precisamente las condiciones de extrema dureza que tienen estas minas artesanales han provocado que muchos de estos chavales consuman drogas, para poder soportar el día a día de las 14 agotadoras horas que como mínimo pueden pasar en el interior de la mina de oro.

Lógicamente en este lugar, los estudios de ingeniería no existen, al igual que tampoco existe maquinaria, ni equipos de protección individual, ni casco, ni botas, ni guantes, sino tan solo su polvorienta y raída ropa embadurnada de barro. Su principal herramienta es la fuerza de sus manos para sacar todos los cubos de arena y piedras que les permiten sus fuerzas. Cogían el pico, bajaban por los nudos que habían hecho en la cuerda a modo de peldaños y pa’ dentro.

Los túneles y el agujero de acceso al pozo, estaban sujetos por sacos y troncos de los árboles cercanos, así que la estabilidad del pozo era aterradora. Me contaron que en época de lluvias era frecuente que los túneles colapsaran, en la última temporada de lluvias uno de los túneles se había hundido sepultando a 50 mineros que se encontraban dentro.

Este lugar es de libre acceso, así que cualquiera puede llegar allí y excavar en agujeros existentes o bien haciendo el suyo propio dónde quisiera. Tras estar un rato hablando con los mineros, me fui a dar una vuelta por el improvisado pueblo, en el que continuaba la actividad minera.

Un herrero afilaba los picos de los mineros con un horno movido por la rueda de una bici.

En los chamizos se continuaba con el proceso para sacar el polvo de oro. Primero se depositaba en unos canalones la tierra donde se lavaba y estrujaba la tierra con unos paños.

El siguiente paso consistía en mezclar el casi imperceptible polvo de oro en unos barreños con mercurio, para amalgamar el polvo y formar las preciosas bolitas doradas.

La búsqueda del dorado, terminaba en otra choza, dónde los mineros vendían sus preciosos hallazgos. En unas hamacas con una camiseta impoluta del Real Madrid, los intermediarios pesaban en una balanza las minúsculas bolitas. Les pagaban el gramo de oro a 15 mil cefas por supuesto él lo vendía a 20 mil. Los mineros no tienen salario, sino que solo ganan algo de dinero cuando consiguen oro, lo que significa que pueden pasar semanas de trabajo sin ganar un duro.

La mayor parte de los mineros que vivían en el campamento eran jóvenes, apenas alcanzaban la mayoría de edad. En el campamento había de todo: un cine, en el que echaban pelis de Jacky Chan, futbolines, bares donde se emborracharan con la cerveza de sorgo rojo y mijo y hasta una farmacia en la que vendían condones, medicamentos para enfermedades venéreas y sobre todo para todo tipo de enfermedades pulmonares.

En 1980 la gran sequía que padeció Burkina Faso empujó a los pequeños agricultores a buscarse la vida en las minas artesanales.

Aunque estas minas artesanales de oro son un medio de vida para muchas familias y dan de comer a muchas bocas, son muchos los problemas derivados de esta actividad. El primero para la salud de los mineros, ya que no solo contraen numerosas enfermedades pulmonares sino también enfermedades derivadas de la manipulación del mercurio sin ninguna protección. A esto hay que añadir los riesgos que implica realizar esta actividad minera sin ningún equipo básico de protección.

A todo esto hay que añadir los daños medioambientales que se causan en las zonas donde se encuentran estas minas de oro artesanales, ya que se producen filtraciones en la tierra y en los ríos tanto de cianuro como de productos químicos, que imposibilita que más tarde se realice cualquier tipo de actividad agrícola o ganadera.

Además, es frecuente que en las minas artesanales trabajen niños, aunque el trabajo infantil está prohibido en Burkina, en las minas artesanales es una realidad. Países como Estados Unidos prohibieron la compra de oro procedente de países como Burkina por esta razón. Sin embargo, comprobar la trazabilidad del origen del oro es muy difícil.

De hecho el oro procedente de las minas artesanales de Burkina, sale a través de las permeables fronteras africanas hasta llegar a mercados como el de Dubai, haciendo imposible encontrar el rastro de su origen y evitando el pago de impuestos, fomentándose el mercado negro sin que llegue ni un solo impuesto a Burkina por esta actividad.

Si queréis saber más sobre el tema hay un interesante artículo de Reurters en el que se explica cómo sale de contrabando el oro extraído en las minas artesanales.

La situación es una gran pescadilla que se muerde la cola, ya que solo quien tiene dinero puede en Burkina Faso conseguir permisos de explotación minera. Pero claro para gestionar los permisos mineros, necesitas saber leer para poder entender toda la documentación, algo que no está al alcance de los pequeños mineros que apenas han ido a la escuela.

Mientras paseaba por el campamento se me encogía el estómago, pensando en la dureza del día a día de aquellos mineros que no paraban de sonreírme y que estaban empeñados en enseñarme todos los rincones de su pueblo y en explicarme como organizaban aquella ciudad improvisada.

Empezó a caer el sol y decidí marcharme, impresionada por lo que había visto y por lo que me habían contado y dando gracias a todos los dioses de haber nacido en España y no estar amalgamando mercurio con el polvo dorado de aquellas minas artesanales en un lugar perdido de África.

Feliz fin de semana 🙂

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